Jordi Torrent, Sant Cebrià de Vallalta
Entrevistamos a Jordi Torrent, Subpresidente del Centro de estudios Sant Cebrià de Vallalta
¿Dónde estamos, Jordi?
Pues estamos frente a la iglesia, el centro neurálgico del pueblo. Primero fue una iglesia más pequeñita, pero como se quemó durante la guerra civil, tuvo que rehacerse el campanario y de paso se aprovechó para hacer ampliaciones. La verdad es que es un símbolo de Sant Cebrià porque al estar en lo alto de una colina se ve desde todas partes.
Este pueblo tiene una orografía muy particular…
La verdad es que el pueblo es muy vertical, todo son subidas y bajadas... estamos bien subidos a la montaña. El centro del pueblo histórico se hizo en lo alto y en la zona de abajo donde ahora están todos aquellos apartamentos es donde estaban las huertas. Antes había mucho campesinado aquí en Sant Cebrià.
¿Y hoy dónde se hacen las famosas fresas de Sant Cebrià?
Hoy quedan poquitos campesinos en el pueblo, aunque los que quedan sí que cultivan fresas. Tienes que pensar que en mi época de payés -ahora estoy jubilado- el 80% de la gente del pueblo trabajaba la tierra. Yo mismo, en un solo día, podía sacar una tonelada de fresas y si cuentas que podíamos ser alrededor de cien agricultores, pues calcula de la producción total que podía salir. Aquí había transportistas que cada día se marchaban de Sant Cebrià con los camiones llenos hacia Mercabarna y otros lugares del país.
Ahora, apenas sale una tonelada entre todos los campesinos que aún sostienen. Y por eso, por supuesto, las fresas de Sant Cebrià son más difíciles de encontrar.
¿Y por qué son tan buenas, tan especiales, las de aquí?
El motivo es que todos los terrenos en los que se cultiva la fresa tienen una inclinación a mediodía, es decir, tienen muchas horas de sol al día. Esto hace que salga una fresa consistente, fuerte, que tiene un sabor y una dulzura que no tiene otra. Ahora, para encontrarla en el mercado debes buscar bien. Algunos campesinos de Sant Cebrià las distribuyen directamente y además tenemos un almacén en el pueblo que hace de intermediario con tiendas y restaurados de la comarca.
¿Cómo comer las fresas?
A mí me gustan mucho con un poco de azúcar y Moscatel, pero también hago una sangría de cava llena de fresas que está buenísima. También hay mucha gente que le pone vinagre, o zumo de naranja o todo un clásico: nata.
Tienen una fiesta propia, ¿verdad?
Sí, la Feria de la Fresa es en mayo y es muy bonita. Los campesinos del pueblo ponen parada aunque también hay venta de otros productos gastronómicos como embutidos...
Y otra fiesta que nos gusta mucho aquí -aunque nada tiene que ver con las fresas- es la Fiesta del Milenario, que celebra los mil años de historia del pueblo desde que tenemos registros escritos. Es una feria medieval que también pone tenderetes de alimentación, pero donde la gente va vestida de época y se hacen espectáculos de ambientación medieval.
Háblame del Centro de Estudios Sant Cebrià al que perteneces.
Somos un centro donde realizamos diversas actividades para promover la cultura y la historia del pueblo. Tenemos archivados un montón de documentos y objetos que hemos ido recogiendo entre todos relacionados con el antiguo oficio de labrador, porque la historia del pueblo está muy vinculada a la vida rural. Ahora hemos publicado un libro -La Gent de Sant Cebrià, escrito por Bernat Vidal- con los árboles genealógicos de las familias locales y la historia de lo que ha ido ocurriendo aquí en los últimos 100 años.
Y si queremos hacer turismo activo, ¿qué opciones tendríamos?
Aquí hay muchos caminos para hacer senderismo y bicicleta de montaña, como por ejemplo el que sube a la Creu dels Tres Termes... y muchas de estas rutas pasan por las masías, que aquí tenemos muchas y muy antiguas. En Sant Cebrià también tenemos una hípica y después, en la entrada del pueblo, se encuentra un Pitch & Putt, que es un campo de golf de dimensiones más reducidas donde los agujeros tienen distancias más cortas.
► Imprescindibles de Sant Cebrià de Vallalta
- Fresas de Sant Cebrià de Vallalta
- Iglesia parroquial
- Casa De Can Coris (s. XV)